El restaurant está ubicado en el barrio de La Boca, donde personalmente considero, vale la pena visitar.
Abrió sus puertas por primera vez en el año 1954. Si bien no tuve el placer de concurrirlo por aquellos tiempos, pareciera mantener el espíritu del típico bodegón porteño, donde la comida desborda del plato y los sabores nos trasladan a la cocina de la abuela.
Titi había hecho la reserva con anterioridad, ya que el lugar comienza a llenarse desde las 8 de la noche.
Mientras leíamos el menú, comentamos las fotos que se encontraban en las paredes, una especie de galería de famosos y reminiscencias del fútbol... todo en El Obrero, es bien de la boca.
El ruido y el "kilombo" son marca registrada, y si bien abundan las mesas de turistas, el recinto no perdió la magia barrial.
Pedimos un pot pourri de los clásicos, que pusimos en el centro de la mesa para compartir entre todas: revuelto gramajo, pescado a la parrilla, tortilla babé y buñuelos de acelga.
No faltó el arroz con leche y mi favorito, el postre vigilante (feliz de haber recibido el queso fresco con ese polvo blanco en su corteza).
Ideal para ir en grupo o llevar algún amigo extranjero a deleitarse con los manjares argentos.
El lugar es lejos y está un poco escondido, así que vale la pena ir en taxi.
Agustín R. Caffarena 64, La Boca
De Lunes a Sábados de 12 a 16 y de 20 al cierre.
Reservas al : 4362-9912
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Dato de color: Según investigué en la web, el nombre del postre vigilante data del año 1920 donde se popularizó aparentemente, en los bares del barrio de Palermo. Allí los agentes de policías o vigilantes de la zona, pedían queso fresco con dulce de batata o membrillo para deleitar sus ratos libres.
Gentileza fotos El Obrero
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